Cuando los italianos llegaron a varias regiones del extremo sur de América sus costumbres y forma de ser poco a poco se convirtieron en parte de la idiosincrasia de los países en donde se establecieron, estando presentes en diferentes aspectos de la cultura de este país.
Desde 1860 se inició el movimiento migratorio más grande e
importante reportado en la República Argentina. Este fue protagonizado por
italianos que por diversos motivos decidieron emigrar al país en
busca de nuevas oportunidades.
La inmigración italiana hacia el territorio argentino empezó
a incrementarse en 1870 y duró hasta aproximadamente 1970.
A diferencia de otros países, la experiencia de Argentina en
relación a la cultura y presencia de los italianos en la región fue muy
positiva. Fueron recibidos de cierta manera amistosa y en poco tiempo los
italianos se adaptaron a la sociedad.
Estos fueron los empezaron a mezclar y fusionar la cultura
de ambos países y a formar parte de la historia, política, arte y costumbres del país.
Los italianos fueron influenciando la cultura argentina con
sus tradiciones: los encuentros familiares los domingos, la comida, los bailes,
la música, sus conocimientos, su manera de relacionarse y más. Este fenómeno es
totalmente contrario al que se da en los procesos migratorios. Porque
normalmente es el inmigrante es quien se adapta a la idiosincrasia
del país receptivo.
La gastronomía, una rica expresión de la mezcla
Los inmigrantes italianos se abrieron paso con su gastronomía en la cocina y hábitos de alimentación de los argentinos. Lo que hizo que el menú propio de este país se ampliara y llenara de fusiones muy interesantes y deliciosas. La migración de italianosa dejó como resultado una gran variedad de platos. Así como costumbres típicas al momento de comer.
Entre los platos italianos más populares en Argentina se
encuentra la típica milanesa. También los ravioles, las albóndigas, la pizza,
el estofado, el fainá, la pasta frola, el minestrón genovés, el pan dulce, la
fugazza, entre muchos otros.
La comida tradicional argentina está basada en el alto consumo de carne, por lo que resulta rica en proteínas por lo que adaptaron platos italianos con un toque argentino.
Por ejemplo, en Italia la pasta no suele acompañarse con carne siendo el ragú argentino mas sustancioso.
Nuestro helado tiene la misma consistencia cremosa que el gelato italiano y nuestra pizza media masa no es más que pizza italiana, pero con un poco más de consistencia. El argentino como el italiano tiene reservado sus domingos para almorzar en familia y comer un buen plato de pastas - frescas o secas, porque si hay algo que nos sobra es variedad - tradición que se intensificó gracias a nuestros nonnos y sus costumbres. También, uno de los mayores aportes a nuestro arte culinario es, sin duda, la milanesa napolitana - una especie de cotoletta alla milanese, pero tapada con los ingredientes de la pizza: jamón, tomate y queso
Y, por último, la polenta. Esta comida a base de harina de
maíz originaria de Italia, llegó a Argentina junto con la inmigración del siglo
XIX y conquistó nuestros paladares aún más en temporada invernal. Se suele
decir que, al comer este plato, uno recupera energías, y así se comenzó a
asociar con la potencia. Por lo que es muy común escuchar que un argentino diga
“tenes mucha polenta” cuando está haciendo alusión a la magnitud de la fuerza.
Con respecto al lenguaje,. Los italianos acostumbran a hacer muchos gestos con sus manos. Y los argentinos adoptaron en ciertas formas este hábito. Estos movimientos servían para culminar una frase, darle intensidad y colorido a la conversación, o expresar lo que con palabras le faltaría significado.
De acuerdo con una publicación
de The Ethnologue: Languages of the World, en Argentina hay alrededor de 1
millón 500 mil personas que hablan italiano. Lo que convierte a este idioma en
el segundo de la nación suramericana, además del inglés que se imparte en las
diferentes casas de estudios
Siglo XIX, cuando empezó todo
Según registros históricos, en 1840 se editaban periódicos
en italiano en la capital argentina, Buenos Aires. Ya para el siglo XX el tiraje
de estos medios había aumentado. La Patria degli Italiani era el de mayor
renombre y alcance en ese idioma. Y el tercer más importante de la prensa
argentina.
La oleada de inmigrantes italianos entre los siglos XIX y XX
causó un impacto en el español nativo de los argentinos. Por ejemplo, según
datos de una investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas (CONICET) en conjunto con la Universidad de Toronto la entonación
bonaerense y el rioplatense tienen una ligera semejanza con los dialectos de
Italia. Y, a su vez, difiere sustancialmente de las variantes del español.
Esta característica del dialecto en estas áreas geográficas
se debe a que fueron unas las zonas que mayor cantidad de colonos italianos
recibieron en esa época. Sobre todo, el español rioplatense que se enriqueció
de los italianismos.
A principios del año de 1917, en el mandato de Hipólito
Yrigoyen se decretó la enseñanza del italiano de manera obligatoria en los dos
últimos años de secundaria de los colegios.
Lunfardo y cocoliche, dos jergas que unifican En
Buenos Aires y sus suburbios se habla una jerga conocida como lunfardo. Este
nombre proviene de lombardo, ya que su terminología está nutrida con los
sonidos propios del italiano hablado en Lombardía (norte de Italia).
Esto se debe a que el asentamiento más importante de
italianos ocurrió en la capital de Argentina. En la cual, sus habitantes
ampliaron su léxico con variantes del italiano, del portugués, del francés, del
inglés para mezclarlos con su nativo quechua.
Incluso desde el año 2000 en Argentina se celebra el Día del
Lunfardo el 5 de septiembre. Además esta vieja jerga ha quedado plasmada en
diferentes letras de tango y rock nacional.
Aparte, las variantes del italiano como el genovés, el
siciliano, el napolitano y el calabrés también se adentraron en el habla de los
suramericanos. Palabras como engrupir, pibe, bacán del genovés gróppo, pibe y
bacán, respectivamente. Parlar de parlare, mina de femmina y laburar de
lavorare son resultado de este acoplamiento.
Cocoliche Esta jerga es el resultado de la mezcla del
español con los dialectos italianos norteños y sureños hablados por los
inmigrantes de los siglos XIX y XX. El término se usa principalmente en
Argentina y Uruguay.
Esta variante del castellano se limitaba al lenguaje oral.
Lo que despertó la preocupación de las autoridades de la nación a por la
posible debilitación del español típico de la región.
La palabra lunfardo deriva del gentilicio “lombardo”,
quienes eran conocidos por sus negocios de dudosa procedencia; así se comenzó a
asociar este vocablo con sectores un tanto marginales de la sociedad. Con el
pasar del tiempo, se descubrió que lejos de ser un código marginal, este
dialecto comenzó a ser utilizado en todos los sectores sociales.
Existen más de seis mil términos provenientes del lunfardo que usamos en el día a día - aunque la cifra varía constantemente entre las palabras que caen en desuso y las que surgen con las nuevas generaciones. Es muy interesante las obras de José Gobello, escritas al respecto.
Algunas de las palabras y expresiones argentinas
más comunes que derivan del lenguaje italiano son:
Pibe: de “pive o pivetto” (xeneize, lengua de Genova).
Significa muchacho, aprendiz o muchacho de los mandados de un artesano o
comerciante.
Chau: de “ciao”, hola, adiós, hasta pronto, hasta luego en
italiano. En Argentina se usa sólo cuando quieres despedirte de una persona.
¡Guarda!: de “guardare”, mirar en italiano. Significa
cuidado o atención.
Tuco: de “suco”, jugo en italiano. Se usa para las salsas
con tomate.
Bochar: de “bocciare”, aplazar un examen.
Mufa: Se usa para referirse a la mala suerte. Deriva de
muffa, que significa moho en italiano.
La música, el sonido del mestizaje contemporáneo El
desplazamiento italiano del siglo XIX llegó con todo su folclore. Instrumentos
como los pianos, clarinetes y acordeones alegraban los días de aquellos que
habían dejado todo por venir a reconstruir sus vidas en una tierra nueva.
La contribución italiana a la música tradicional argentina
fue trascendental para la madurez del tango. Inmigrantes y descendientes fueron
los primeros y más destacados tangueros. Estos compusieron y cantaron con
letras basadas en las anécdotas, penurias y triunfos de los recién llegados del
viejo continente.
Otros ritmos como las cuadrillas, las mazurcas y la
canzoneta también fueron introducidos por los inmigrantes de este periodo
histórico.
Pero, sobre todo en el arte, como la arquitectura,
fue donde más destacaron los italianos. Vittorio Meano y Francesco Tamburini
son tan solo una minúscula muestra del aporte urbanístico de la nación. Ellos
diseñaron y crearon el Palacio del Congreso de la Nación Argentina y, nada más
y nada menos que la Casa Rosada.
El proceso de urbanización en Capital Federal se comenzó a
notar alrededor de 1880 con una vasta cantidad de arquitectos, ingenieros y maestros
mayores de obras provenientes del viejo continente. La mayor parte de nuestros
edificios públicos son obra de profesionales italianos que se encargaron de
plasmar la belleza de Roma en cada construcción.
Todas las obras y sus creadores tienen la misma importancia,
pero dado que no podría hacerle justicia a la magnitud que merece cada
personalidad histórica, quisiera centrarme en unos cuantos edificios que son
parte del recorrido turístico central de Buenos Aires.
Giovanni Andrea Bianchi se encargó de la construcción del
trascendental Cabildo de Buenos Aires - declarado monumento histórico en 1933 y
escenario de nuestra Revolución de Mayo de 1810. Por otro lado, Antonio Masella
fue un turinés encargado de la construcción de La Catedral Metropolitana de Buenos
Aires, mientras que Juan Antonio Buschiazzo era catalogado como “el arquitecto
màs representativo del periodo de 1860 a 1914”, gracias a haber inaugurado el
Mercado de San Telmo con el motivo de abastecer de alimentos a sus coterráneos
recién llegados al país.
Quienes conocen nuestra capital, sabrán que es inaceptable
llegar a nuestra tierra y no visitar el Teatro Colón (en la portada), una de
las salas de ópera más importantes del mundo. Pero lo que tal vez no sepan, es
que fue obra de Francesco Tamburini, arquitecto y profesor de Bellas Artes de
la Universidad de Pisa, en Italia. Lamentablemente, a los 44 murió y su pupilo,
Vittorio Meano - otro italiano - continuó la obra, aunque también falleció a la
misma edad que su maestro. No tardaron en correr rumores y conspiraciones sobre
una maldición - hasta se llegó a pensar en demoler todo lo logrado hasta el
momento y construirlo desde cero - pero finalmente, la obra continuó a manos de
Julio Dormal, un belga que terminó la obra y la inauguró en 1908 con la ópera
Aida de Giuseppe Verdi.
Para inicios del siglo XX, exactamente en 1923, se
inauguró el Palacio Barolo, obra del
milanés Mario Palanti. Luis Barolo, un italiano que logró forjarse una gran
fortuna a base de sus producciones agropecuarias, le encomiendó a Palanti la construcción de un pasaje
comercial. Como ambos compartían el fanatismo por Dante Alighieri, fusionó sus
creaciones con representaciones de La Divina Comedia.
Las referencias son claras – tanto el edificio como el poema
se dividen en tres partes: el Infierno sería la planta baja, el Purgatorio los
catorce pisos, y el Paraíso son los pisos siguientes. Por otro lado, la Divina
Comedia cuenta con cien cantos, y el edificio cuenta con cien metros de altura;
sus bóvedas tienes grabados con frases referenciales y el faro en la punta del
edificio representa a Dios. Un dato curioso es que Barolo anhelaba traer las
cenizas de Alighieri a su inmueble para salvarlo de la guerra, pero los restos
nunca salieron de Ravena.
Y, por último, Biblioteca Nacional Mariano Moreno, obra del napolitano Clorindo Testa posee un edificio, con forma de prisma sobre cuatro pilares, está ubicado en una de las zonas más elegantes de la ciudad, rodeada de parques para el disfrute de los lectores y con vista al Rio de la Plata desde su primer piso. Ofrece una colección de libros de más de 1 millón de ejemplares - entre libros, diarios, revistas, fotografías, mapas y partituras.
En resumen gracias a los italianos pudimos crecer como sociedad que han hecho crecer este país con la colaboración de otros inmigrantes provenientes de otras latitudes, trayendo solo el deseo de mejorar su situación y de la de sus familias y en consecuencia se replicó en el bienestar del nuestra Nación
Como dijo Don Domingo Faustino Sarmiento en 1879: "La gran inmigración trajo a los albañiles italianos que llevaron el sentido de la proporción, de la belleza y del arte hasta los más olvidados rincones del país."
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