Castillo San Carlos

Los Fuchs eran una
familia muy particular, integrada por el matrimonio y tres hijos: un varón y dos niñas que eran amantes de todo tipo de animales animales. En la casa no solo tenían ganado y animales domésticos, sino también: un zorro del monte, un mono, abejas, mangostas, una iguana, y serpientes, los que fueron domesticados para poder convivir en libertad entre ellos.
Mario,
el hijo mayor, se dedicaba a estudiar y acompañar a su padre en los trabajos
del campo. Las dos niñas por el contrario, disfrutaban de esta vida en contacto con
la naturaleza. Edda
tenía en ese momento 9 años y Susanne 14, ambas amantes de las cabalgatas,
salían diariamente a recorrer la zona. Un día, haciendo su recorrido habitual,
ven una avioneta que aterrizó en un campo lindero a la casa, y con mucha
curiosidad se acercan al lugar para investigar quien era este intrépido aviador
que se animó a descender en estas cercanías.
Allí observaron
que la rueda del avión se hundió en una cueva
de vizcacha. Al llegar hasta el avión vieron la torpeza del piloto y dijeron
entre ellas una grosería, pero en francés,la cual fue entendida por el hombre.Este
aviador era Antonie de Saint Exupery,fue
contratado por la Aeroposta
francesa para trabajar en la
Argentina , delinear rutas aéreas y desarrollar el transporte
aeropostal. La empresa lo destino a realizar un vuelo de reconocimiento para
delinear la ruta entre Buenos Aires y Asunción del Paraguay; cuando pasó por
las tierras de San Carlos, vio un campo llano y decidió aterrizar para
descansar .
Después
de su aterrizaje accidentado se encuentra con las dos niñas, maravillado de poder escuchar su lengua natal, de esta
forma se vincula con la familia Fuchs y acepta quedarse en el castillo de San
Carlos, hasta que le arreglaran su avioneta.
Saint
Exupery era un hombre alto, robusto y con movimientos torpes. Medía casi dos metros de altura y apenas podía
entrar en los aviones. Enamorado del cielo y el desierto, cuando
no volaba, escribía.

En
1932, ya en Francia, Saint Exupery escribió una nota periodística en una
revista de París con un título sugerente: “Las princesitas argentinas”. Resulta
inevitable asociar su experiencia entrerriana con la fábula infantil que lo
haría famoso en el planeta. Un esbozo de “El Principito” con esas dos chicas
que eran muy especiales, sobre todo con la impresión que le causó Edda. También
refleja exactamente lo vivido en esta experiencia, en el capitulo “Oasis” del
libro Tierra de Hombres, donde dice: “Había aterrizado en un campo y no sabía
que iba a vivir un cuento de hadas; fue en un
campo, cerca de Concordia en la
Argentina ”escribirá años después. El
piloto volvería varias veces a ese lugar, al encuentro de sus amigos que “vivían en un castillo de leyenda, una casa donde se aspiraba
como incienso ese olor de vieja biblioteca que vale por todos los perfumes del
mundo”.

En la actualidad, este lugar encantado fue recuperado,pero no restaurado en su totalidad, para que el visitante pueda percibir la esencia de la edificación sin la manipulación subjetiva de los profesionales. Aun así no perdió su belleza que nos permite evocar aquellos tiempos de esplendor cuando un extranjero fue hechizado por dos traviesos ángeles.
Fuente: www.parquesancarlos.gob.ar/ www.concordia.tur.ar
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